

El llamado síndrome post-vacacional, también conocido como estrés o depresión postvacacional, es un concepto que se refiere a la ansiedad o presión emocional que debemos afrontar al readaptarnos a las tareas laborales después de un período vacacional.
El síndrome post-vacacional no se puede considerar como una enfermedad sino como un proceso adaptativo a la vida laboral después de las vacaciones que, para algunas personas, puede resultar difícil.
Síntomas del síndrome post-vacacional
- Debilidad general. Sensación de cansancio y de falta de energía.
- Apatía. Falta de ganas y de iniciativa para acometer las tareas.
- Cansancio injustificado. Ausencia de fuerzas sin que hayamos realizado ninguna actividad que lo justifique.
- Dificultades para conciliar el sueño que pueden derivar en insomnio.
- Somnolencia y aletargamiento a lo largo del día.
- Falta de concentración al realizar cualquier tarea.
- Distracciones u olvidos involuntarios.
- Sensación de agobio y de angustia.
Trucos para sobrellevar mejor la vuelta a la rutina
- Programa tu regreso con tiempo. No cometas el error de regresar de tus vacaciones el día anterior a tu vuelta al trabajo. Tómate, al menos, un par de días para retomar tus rutinas y ordenar los enseres y recuerdos que has traído de tus vacaciones.
- Aborda tus actividades laborales progresivamente. Dedica un tiempo a analizar qué tareas tienes que hacer, prioriza las más importantes y urgentes y comienza por las más sencillas y placenteras.
- Respeta las horas de sueño. Aunque en tus vacaciones hayas podido trasnochar y dormir de más o de menos, es importante que regularices tus ritmos de sueño tras tu vuelta al trabajo. Evita las siestas, al menos los primeros días, y procúrate ocho horas de sueño reparador por la noche.
- Modera el consumo de alcohol y cafeína. El alcohol es un depresor del sistema nervioso central que puede agravar los síntomas de apatía, depresión y astenia provocados por el síndrome postvacacional. El café y las bebidas con cafeína, por su parte, agudizan los síntomas de estrés. Reduce tu ingesta de estas sustancias para evitar males mayores.
- Haz deporte. Además de ayudarnos a liberar endorfinas, unas pequeñas proteínas responsables de hacernos sentir felices, optimistas y relajados, el deporte hace posible que nuestra mente se libere del estrés al concentrarse en la ejecución del ejercicio físico. Esta desconexión de las preocupaciones es fundamental para poder solucionar los problemas o dificultades de la vida con objetividad y eficacia.
- Corta con los pensamientos recurrentes. Dar vueltas en la cabeza, una y otra vez, al mismo tema sólo incrementará tu ansiedad y tu sensación de falta de control. No lo permitas. Sal a la calle a dar un paseo, dedícate a una actividad que te guste o escucha tu canción favorita: lo que sea con tal de cortar esa cascada de pensamientos que no te llevan a ninguna parte.
- Organiza tu tiempo y diviértete. Del mismo modo que empleas un tiempo al día a trabajar, asegúrate de dedicar un tiempo también para ti mismo y las cosas que te gustan. Tener un hobby no sólo te ayudará a divertirte; como ya te contamos, las aficiones también ayudan a combatir la ansiedad y el estrés.
- Pon límites y aprende a decir “no”. Cada cosa, a su tiempo. Frena la impaciencia y las peticiones o exigencias de cualquier tipo diciendo que no. Poner límites te ayuda a asumir el control y hace que las riendas de la situación las lleves tú y no los demás ni las circunstancias. Quizá te cueste negarte a lo que te piden pero te harás un gran favor a ti mismo -y también a los demás- si dejas de decir sí a todo.
- Fíjate en lo positivo. A lo largo del día también nos pasan cosas buenas. Unas palabras amables, unas risas a la hora del café, una llamada telefónica de alguien que se preocupa por nosotros… Agradecer esos pequeños detalles nos conecta con nuestra parte más humana y nos ayuda a tomar conciencia de todo lo bueno que nos rodea. No dejes de dedicar una sonrisa o un simple “gracias” a esas personas que hacen del mundo un lugar mejor.
- Ten paciencia. El síndrome postvacacional es pasajero. Una vez que te hayas encarrilado en tu rutina, los síntomas desaparecerán. Es cuestión de actitud y de tiempo.