

- La procrastinación consiste en postergar tareas de forma voluntaria.
- Puede tener efectos muy negativos sobre nuestra salud física y emocional.
- Las personas que tienen más tendencia a procrastinar reúnen unos patrones de comportamiento similares.
“Mañana lo hago”. Esta frase tan común puede aplicarse a un sinfín de obligaciones como el trabajo, el deporte o la dieta. Muchas veces, ese mañana sigue dilatándose hasta que las tareas se acumulan en una enorme lista de pendientes.
Si esta situación te resulta familiar, debes saber que lo que estás haciendo es procrastinar en toda regla. Procrastinar viene del latín procrastinare, que significa postergar hasta mañana y tiene el añadido de demorar voluntariamente tareas aún a sabiendas de que nos resultará perjudicial. Y todo ello no solo nos puede afectar en el ámbito laboral, sino que también puede tener efectos negativos sobre nuestra salud y bienestar.
¿Por qué procrastinamos?
Aunque la procrastinación es común entre todas las personas, en menor o mayor medida, aquellas que tienen más tendencia a realizar esta práctica acostumbran a reunir unos patrones de comportamiento concretos.
Se ha estudiado que los comportamientos relacionados con la procrastinación están asociados a una baja autoestima, un déficit de autoconfianza y autocontrol, rasgos depresivos, comportamientos de desorganización y en algunos casos, al perfeccionismo, la impulsividad disfuncional y la ansiedad.
Las personas que procrastinan se autojustifican posponiendo la labor a un futuro idealizado, evitando enfrentarse a aquello que les genera un conflicto en el aquí y el ahora. Además, normalmente estas personas ven su conducta como una forma de evitar aquello de lo que no se sienten capaces o que simplemente no consideran significativo o importante.
¿Qué efectos tiene la procrastinación sobre nuestra salud?
A pesar de que podamos pensar que procrastinar puede tener efectos positivos sobre nuestro bienestar, en realidad no es así.
Algunos de los efectos negativos que la procrastinación puede ejercer sobre nuestra salud física y emocional son los siguientes:
- Dificultad para la toma de decisiones.
- Incapacidad de solucionar problemas.
- Dificultad a la hora de afrontar el estrés en términos generales.
- Dificultad para organizar.
- Problemas a la hora de comunicar las necesidades propias.
- Puede generar altos niveles de angustia y estrés.
- Los estudios han descubierto que incrementa el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y una presión arterial alta.
¿Cómo dejar de procrastinar?
Hay varias maneras de dejar de procrastinar. No obstante, la más relevante es la de marcarse objetivos de forma específica, es decir, indicando, por ejemplo, dónde y cuándo se realizará una determinada tarea”, lo que, a su vez, fomenta la autoestima y la confianza en uno mismo.
Otro ejercicio que podemos llevar a cabo es el de actuar de forma inversa a la que normalmente haríamos. Es decir, ante una tarea que nos resulta abrumadora, en lugar de posponerla como haríamos normalmente, tenemos que abordarla lo antes posible, aunque sea por segmentos.
También se recomienda que no se generen falsas expectativas de futuro por un exceso de optimismo en nuestra capacidad organizativa. Cuando nos vengan pensamientos de postergación, debemos hacer caso a la sabiduría popular: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
Por último, debemos intentar cumplir con todas estas prácticas siendo amables con nosotros mismos y perdonándonos las procrastinaciones pasadas y las posibles recaídas.