
La depresión es una enfermedad que afecta a la mente y al cuerpo, produciendo cambios a nivel del sueño, el apetito y la percepción que tenemos de nosotros mismos y el mundo en general. La depresión no es una señal de debilidad ni tampoco es una elección personal. La depresión va más allá del sufrimiento normal: si estás deprimido tendrás algunos signos y síntomas que pueden durar semanas o incluso meses y años si no se sigue el tratamiento adecuado.
Algunos signos y síntomas frecuentes en la depresión son:
•Tristeza, ansiedad o sentimiento de vacío persistentes.
•Pérdida de interés en actividades que antes producían placer, incluyendo la actividad sexual.
•Fatiga o pérdida de energía.
•Pérdida de apetito (pérdida de peso) o aumento del apetito (aumento del peso).
•Problemas para dormir, insomnio, problemas para mantener el sueño o dormir demasiado.
•Pérdida de la expresión emocional (emociones aplanadas).
•Sentimiento de desesperanza, pesimismo, culpa o inutilidad.
•Retraimiento social.
•Problemas para concentrarse, recordar o tomar decisiones.
•Irritabilidad.
•Problemas físicos persistentes como jaquecas o cefaleas, problemas digestivos, dolor crónico, que no responden al tratamiento.
•Pensamientos o ideación suicida, intentos de suicidio o auto-lesiones.
La depresión suele acompañarse de ansiedad y de dificultades en las relaciones familiares, amistades y a nivel laboral.
Algunos síntomas son más comunes en los niños (problemas de conducta), adolescentes (irritabilidad), o personas mayores (retraimiento, apatía o ideas delirantes). La depresión incluye también procesos biológicos y los síntomas físicos son frecuentes.
Síntomas físicos asociados a la depresión:
•Sensación de tensión interna.
•Reducción del apetito y pérdida de peso.
•Pérdida de interés sexual.
•Cefaleas/Jaquecas.
•Mareos.
•Dolor de espalda.
•Problemas para respirar.
•Problemas de corazón.
•Problemas gastrointestinales.
•Dolor abdominal.
En ocasiones, las personas que tienen depresión suelen reconocer primero algunos de estos síntomas físicos. Sin embargo, muchas veces estos síntomas no son reconocidos y relacionados con la depresión. Además, las molestias físicas (por ejemplo: dolores de espalda), previos a la depresión, es normal que se agudizan durante un episodio depresivo.