
Psicología en el aeropuerto: por qué unos viajeros llegan horas antes y otros, en el último minuto.
Con todos los incentivos que hay para estar a tiempo, ¿cómo es que hay personas que no son puntuales ni después de perder varios vuelos?.
Pocas situaciones se prestan más a la autocrítica destructiva en un aeropuerto que llegar a la puerta de embarque segundos después del cierre. Da igual que el avión siga enganchado al finger, el acceso es ya infranqueable. El cóctel de vergüenza, sentimiento de culpa e irresponsabilidad aflora ante las miradas de superioridad de los otros pasajeros, quienes, dispuestos en filas, preparan su documentación para acceder al avión, ellos sí, a tiempo. Cuando la situación no está motivada por una causa de fuerza mayor, el escarmiento es aún más duro… y merecido. Aunque hay motivos para ser comprensivos con los impuntuales.
Nadie puede culparles de no querer estar demasiado tiempo en un aeropuerto, ya que antes de que a uno le dejen subirse a un tubo a 10.000 metros de altura,debe atravesar la realidad paralela de estas instalaciones, una experiencia marcada por colas, normas, búsqueda de información en pantallas que no se actualizan y avisos constantes por megafonía advirtiendo de la importancia de vigilar las pertenencias, porque los ladrones acechan. De hecho, todo ello genera tal ansiedad en algunas personas que las hace ser mucho más que puntuales.
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